martes, septiembre 28, 2010

La Gratitud en los momentos difíciles


Dar gracias a la vida todos los días por las infinitas bendiciones que nos ofrece nos abre el camino para que nos lleguen más regalos del universo.
Cuando nos sentimos agradecidos por nuestras experiencias pasadas y presentes, trascendemos los juicios de lo que consideramos que está bien o mal. Pasamos de ser víctimas a ser conscientes de nuestro poder de elección.
Podemos elegir agradecer las oportunidades que nos ofrece la vida y aprender y avanzar y podemos simplemente quejarnos de lo que nos ha tocado vivir.
Cuando agradecemos lo que nos sucede, le estamos diciendo: SI ¡¡¡ a la vida, SI, ¡¡¡estoy dispuesto a aprender las lecciones que he venido a aprender, ya sean de relaciones laborales, de salud, económicas o profesionales. Sin embargo, agradecer lo que aparentemente puede parecer un desastre es bastante más difícil que sentir agradecimiento cuando todo nos va sobre ruedas.
Agradecer implica negar el dolor, pero cuando trascendemos el dolor, la rabia, etc., agradeciendo la situación que nos ha tocado vivir, nos abrimos a las infinitas posibilidades que nos brinda la vida de avanzar hacia más felicidad y más plenitud.
Muchas personas han declarado que después de sufrir desengaños, pérdidas, enfermedades, incluso vivencias tremendamente traumáticas, se han sentido agradecidos por las experiencias que les han aportado. La pérdida de un ser querido les ofreció la oportunidad de valorar a las personas que aún estaban a su lado, de agradecer los momentos vividos junto a la persona que falleció y a ser más amorosos y tolerantes con los demás. Las dificultades económicas les ofreció la oportunidad de apreciar lo que ya tenían y a emplear sus recursos personales yacentes, para crear más prosperidad y abundancia en su vida. La separación de su pareja, les brindó la posibilidad de ser independientes enconómicamente y a mejorar su autoestima, ofreciéndoles a su vez una nueva relación, mas profunda y sincera. Una enfermedad les ayudó a sanar su relación con el pasado, a perdonar, liberándolos del enorme peso del resentimiento. El traslado a otra ciudad, les ayudó a expandir sus horizontes, conocer a otras personas y a superar limitaciones que quizás no hubiesen logrado quedándose en su ciudad. Un problema laboral, les empujó a salir a buscar otro puesto más satisfactorio a nivel creativo y económico.
Agradecer todo lo que estamos viviendo en el presente, aunque momentáneamente no veamos el porque de una situación dolorosa, nos dá el poder y la energía necesaria para realizar cambios positivos. Nos ofrece la oportunidad de crecer y avanzar en todos aspectos de nuestra vida.
Si nos quedamos en el victicismo, quejándonos de sacar todo nuestro potencial a la luz, nuestra creatividad, nuestros talentos, nuestros recursos internos, nuestro ser. Cuando nos ocurre algo que no entendemos, podemos preguntarnos:
1) ¿Qué puedo / qué necesito aprender de esta situación?
2) ¿Cómo puedo mejorar mi vida y la de los que me rodean?
3) ¿Qué lecciones esconde este acontecimiento?
Siempre podemos elegir. El momento de poder está siempre en el presente y es sólo trascendiendo lo aparentemente nefasto que podemos cambiar el futuro.
Es en el presente que creamos nuestro futuro.
Toma tu poder y actúa: Agradece la oportunidad que te ofrece la vida de aprender y de avanzar hacia tu verdadero ser, tu escencia más profunda y a alcanzar tus sueños.
AUTOR DESCONOCIDO.
Me pareció muy interesante este escrito para reflexionar... MICHAEL MURPHY

domingo, septiembre 26, 2010

CONDUCTAS INADECUADAS DEL PERSONAL HOSPITALARIO

Dentro de la práctica médica profesional, en las unidades hospitalarias y en los consultorios, existen conductas inadecuadas principalmente de algunos médicos que contribuyen a que se presenten errores y complicaciones previsibles en la atención de los pacientes. Estas conductas han sido mencionadas recientemente en varias publicaciones como conductas arrogantes, abusivas, perturbadoras, amenazantes, conductas odiosas, etc. Y las víctimas generalmente son el personal de menos categoría, como enfermeras, y hasta los mismos pacientes. Afortunadamente estas conductas ocurren en un porcentaje mínimo, aunque no se pueden determinar con exactitud los datos estadísticos. En contraste, los hospitales que cuentan con servicios administrativos, psicológicos, legales y de apoyo, han establecido en muchos de ellos, Códigos de Conducta, para que se mejoren las relaciones interpersonales y desaparezcan estas anomalías. Está demostrado que la atención a los pacientes mejora cuando existen estos códigos de conducta, y se vigilan adecuadamente.

Hay muchos ejemplos de conducta inadecuada, la lista sería interminable y en todos los hospitales se pueden encontrar. Se han hecho estudios, estadísticas e interrogatorios y en algunos de estos reportan que en 67% del personal interrogado mencionaron conocer de alguna conducta alterada y de errores en la atención de los pacientes. 18% conocen de algun error ocurrido debido a una conducta repugnante y odiosa de algún médico. En otra serie, el 40% del personal mencionó haber sido intimidado por algún médico que no compartía sus preocupaciones en relación a órdenes médicas que aparentemente estaban incorrectas. De estos el 7% mencionaron que estas discrepancias contribuyeron a un error médico.


En un hospital de Washington, una enfermera avisó a media noche al médico residente que un niño con una intervención quirúrgica reciente de derivación de líquido cefalorraquídeo tenía vómito y cefalea intensa; signos de que la derivación estaba obstruida y de que existía aumento de la presión intracraneana. El médico residente contestó en la primera llamada diciéndole que no se preocupara. A la segunda llamada el médico residente se mostró arrogante y le dijo: "usted no sabe lo que está viedo, usten no es un doctor". La enfermera después de una hora de angustia llamó al médico neurocirujano a su domicilio y el niño fue sometido a cirugía de urgencia.

La enfermera comenta que el niño podría haber tenido una lesión mayor o grave si no se hubiera operado, y dijo que había sido tratada de forma humillante y sin hacerle caso, por haber sido una llamada nocturna. En este caso la conducta fue inadecuada, y los inspectores de los hospitales mencionan que en ocasiones los médicos se comportan con baja moral, estresados y con frecuencia derivan las responsabilidads. La enfermera mencionó también que había derramado lágrimas y que pensaba renunciar a su trabajo de enfermera ya que había iniciado su propio negocio.


Estas conductas son actualmente menos frecuentes, pero aún existe el problema y solamente con la integración de comisiones hospitalarias y códigos de conducta se podrán disminuir más.

Se han interrogado principalmente a muchas enfermeras, en relación a los médicos "odiosos, como en el caso anterior o como los que arrojan el instrumental en las salas de operaciones cuando están estresados y son incapaces de seguir con calma la cirugía. Pero ellas mismas dicen que son minimizadas, insultadas o reprimidas cuando protestan, y en ocasiones estas humillaciones las reciben enfrente de los pacientes o de otros miembros del hospital. En el estudio de Rosenstein, 1/3 de las enfermeras conoció de una enfermera que renunció a su trabajo por un "médico perturbador".


Se han reportado casos de tempor por la comunicación con médicos de mayor jerarquía, como en el caso de un residente de la Universidad de California que notó una arritmia en el foco fetal en la sala de labor, pero conociendo al médico perturbador de guardia, no lo reportó para evitar los gritos y burlas del médico ginecólogo. La enfermera que relata este suceso menciona que el niño había fallecido.

Afortunadamente la mayoría de los médicos no insultan ni intimidan a las enfermeras. La mayoría del personal en los hospitales son conscientes de la responsabilidad y de la presión y estrés al que están sometidos. Pero según varios estudios en un 3 a 4 % los médicos son odiosos, y no toman en cuenta el descontrol que ocasionan con peligro de errores en la atención. Los expertos mencionan que en las especialidades de mucho estrés pueden encontrarse, como neurocirujanos, ortopedistas, cardiólogos. Un ambiente hostil sin cooperación y sin compromiso aumenta el riesgo de errores médicos.

En otro caso, una enfermera llamó al cirujano que había intervenido recientemente a un paciente, explicándole que veía salida de líquido en un sitio. El cirujano contestó gritando que preparara al paciente y lo pasara al quirófano nuevamente. El cirujano llegó tarde a la sala y la cirugía la realizó en otro sitio que no era el afectado. En casos así, se observa una falta de compromiso y por consiguiente falta de cuidados de alta calidad. Cuando hay errores en algunas cirugías, en ocasiones el personal que conoce del evento, la mayoría de las veces no se siente con autorización para hablar de ello.

Muchos investigadores opinan que en las residencias hospitalarias, los médicos pasan muchas horas en el hosptial y sus superiores los menosprecian, los regañan y los bombardean con preguntas que no contestan hasta el grado de hacerlos sentir como "tontos". Esa manera de tratarlos es el camino para que en el futuro ellos tengan una conducta inadecuada y trastornada.

Ante conductas así, los méicos deben ser enviados con su enojo a los servicios administrativos y someterse a programas para mejorar las relaciones y el respeto mutuo entre el personal. Muchos hospitales tienen este tipo de comités y programas.

Los objetivos son claros, mejorar la calidad en la atención a los pacientes. Y con estos programas también se mejora la calidad de vida laboral de la persona que trabaja en ambientes con verdadero estrés y responsabilidad.


Bibliografía:

Rosenstein. Neurology 2008:70:1564-1570 American Academy of Neurology.

Tarcan Laurie. Nytimes, Dec. 2, 2008


MICHAEL MURPHY