Ese
fenómeno va más allá del bullying; se relaciona con la desconfianza, la
exclusión y el rechazo, explicó Nelia Tello, académica y exdirectora de la ENTS
• Al presentar resultados de una investigación realizada en secundarias de Iztapalapa, dijo que 17 por ciento de los chicos son violentados por ser diferentes, por no tener dinero, capacidad de aprendizaje o de relacionarse con los otros
• Al presentar resultados de una investigación realizada en secundarias de Iztapalapa, dijo que 17 por ciento de los chicos son violentados por ser diferentes, por no tener dinero, capacidad de aprendizaje o de relacionarse con los otros
La violencia se produce porque existen
condiciones, y las escuelas aparentemente se han convertido en espacios que las
crean. Ese fenómeno no sólo se relaciona con un ambiente adverso o con las
drogas, sino con la desconfianza, exclusión y rechazo, afirmó Nelia Tello, académica
y exdirectora de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM.
En ocasión del Día
Escolar de la no Violencia y la Paz, que se conmemora este 30 de enero, la
también coordinadora del Seminario Universitario Interdisciplinario sobre
Violencia Escolar expuso que la tolerancia a esas actitudes es uno de los
problemas más graves que enfrentamos como sociedad.
Este fenómeno no sólo
implica el bullying; consiste en una
relación psicosocial individual que se debe atender porque puede tener condiciones
graves. Además, ejemplificó, “no podemos señalar a los dos niños involucrados
como responsables de la violencia escolar”.
En realidad, esos actos en las escuelas son reflejo de lo que pasa en la sociedad, y no es diferente. Se presenta una violencia que es reconocida, como gritos y pleitos, pero también existe otra, no reconocida y cotidiana: el miedo, la desigualdad y la impunidad, que deben ser atendidos.
En conferencia de medios
expuso algunos resultados de la investigación que ha llevado a cabo en secundarias
de la delegación Iztapalapa. Las edades de los alumnos van de los 11 a los 17
años; el 53 por ciento son mujeres y 47 por ciento varones.
La muestra de mil 600
estudiantes de 2º y 3º grados arrojó que en todas las escuelas hay un grupo, de
alrededor del 17 por ciento, que sufre ese otro tipo de violencia que es la
exclusión, aunque no se le denomine como tal.
Se trata de chicos
violentados por ser diferentes (por ejemplo, por su físico, por ser “la más
bonita” o “la más fea”), por carecer de dinero, capacidad de aprendizaje o de
relacionarse con los otros, o bien, por tener problemas de adicciones y, en el
caso de las jóvenes, por estar embarazadas.
Tello explicó que,
además, con frecuencia el 35 por ciento se siente presionado por sus amigos
para hacer algo que no quiere. Otro grupo, más o menos similar, no puede decir
lo que quiere cuando está con sus amigos; unos más dicen tener confianza en su
mamá, aunque ella no sepa que fuma, que se alcoholiza o que tiene novio o
novia.
Éste es un fenómeno que
antes no se reconocía. Hoy, 78 por ciento de los estudiantes considera que sí
hay violencia en sus escuelas; no obstante, todavía existe un porcentaje que no
lo hace.
Casi 40 por ciento de
los alumnos prefiere estar en su casa –pero sin sus padres y “conectados”– que
en la escuela. Además, 16 por ciento piensa abandonar las aulas, “y esa es la
violencia más grave, porque una vez que dejan de estar institucionalizados,
desaparecen sus oportunidades”, consideró la académica universitaria.
“Se trata de un problema
que nos atañe a todos y no lo vamos a resolver mientras se culpen mutuamente
profesores, padres y autoridades. La única manera de enfrentarlo es asumiendo
que la responsabilidad es de todos”, remarcó.
En la sociedad no se han
desarrollado habilidades de convivencia, prosiguió; “no sabemos cómo hablar de
igual a igual ni cómo confiar en un ambiente donde todo apunta a la
desconfianza; no sabemos cómo aceptar y, por lo tanto, es difícil generar
ambientes, al menos, de convivencia solidaria, donde no se trate de estar
rodeado de mucha gente, sino de conectarse con el otro y crear una comunidad
con características diferentes”.
La universitaria
consideró que se debe enseñar a los niños y jóvenes a manejar los riesgos; “no
se puede evitar la existencia de drogas, pero sí enseñarlos a vivir donde las
hay y a decirles no”.
Tenemos mucho por hacer:
dejar de negar la existencia de los problemas, aceptarlos y atenderlos;
permitir que los trabajadores sociales hagan su labor en los centros educativos
y abrir horizontes esperanzadores, concluyó.
—oOo—
FUENTE: BOLETÍN UNAM DGCS-058
CIUDAD UNIVERSITARIA
NELIA TELLO. ACADÉMICA DE LA ENTS DE LA UNAM
COMENTARIO:
Los niños y adolescentes que sufren estos problemas, generalmente tienen escasa comunicación con los padres. En ocasiones son escolares que tienen buenas calificaciones, y son buenas personas, por lo que los padres confían demasiado en ellos y piensan que ellos pueden resolver solos sus problemas. Padres: se necesita más comunicación, ustedes piensan que sus hijos son excelentes y que no sufrirán de esto,,, más que equivocados, los niños de apariencia normal, sufren.....
MICHAEL MURPHY