Muchos utensilios que ahora compramos son electrónicos, y
estamos más expuestos a campos energéticos derivados de nuestros aparatos, en
particular de nuestros teléfonos celulares, que son los más utilizados y los
que merecen más atención.
No podemos retroceder en la tecnología, estamos en la era
electrónica, y quizá aumenten este tipo de aparatos. Al igual que los
celulares, la comunicación por el llamado ciberespacio está notablemente en
aumento y también hay algunas consecuencias desfavorables en las vidas de las
personas.
Con el uso de los teléfonos celulares muchos riesgos están
ampliamente comprobados, se ha demostrado que por lo menos en un 25% de los
accidentes automovilísticos actualmente se relacionan al celular por la
distracción que provoca usarlo mientras se maneja un vehículo. Hay también
evidencias de que los niveles personales de empatía (capacidad de entendimiento
y conexión con el estado emocional de las personas) han disminuido por el
aumento de la tecnología de la comunicación. En estudios recientes entre
estudiantes se encuentra que el uso de los teléfonos celulares se relaciona con
el más bajo rendimiento escolar, y con un aumento de la ansiedad, (aunque los
estudios aún no comprueban la causa-efecto).
Pero el mayor y más importante riesgo de los teléfonos
celulares son los campos electromagnéticos de radiación no-ionizante que
producen. Y debe descartarse o demostrarse este riesgo, ya que se trata de una
amenaza totalmente invisible. Nosotros podemos mentalmente estar “tranquilos”
mientras que no percibamos una amenaza que se pueda ver, sentir, oler, etc.
Pero esta amenaza no la sentimos.
Otro tipo de radiaciones se experimentan sin sentirlas por
ejemplo en los rayos X, que son radiaciones ionizantes, que penetran nuestros
cuerpos. La resonancia magnética ocasiona campos electromagnéticos
no-ionizantes de semejante forma. Estudios necesarios para ver nuestra
anatomía, pero con otros efectos mínimos.
¿Cuáles son exactamente los efectos que causan los teléfonos
celulares? La principal preocupación es la lesión al DNA de las células que
están sujetas a esas radiaciones, y el riesgo concomitante de cáncer. Debido a
que los teléfonos los utilizamos cerca del cerebro, en los oídos, la
preocupación existe. Además se han preocupado si llevando los celulares cerca
de las glándulas mamarias aumenta el riesgo de cáncer de mama. Se han realizado
estudios en animales demostrando alteraciones en el útero cuando hay exposición
a campos de radiación por teléfonos celulares.
Ninguno de estos peligros se ha establecido en humanos
definitivamente, y es difícil demostrarlo, ya que los tumores cerebrales son
relativamente raros y se desarrollan en lapsos largos de tiempo, se requieren
miles de personas para estudiar, unas que usen el teléfono celular y otras que
no lo usen, por largo tiempo, décadas. Pero estos estudios se empiezan a
realizar.
Para demostrar la evidencia de que los campos de radiación
que producen los teléfonos celulares al penetrar en nuestros cuerpos y
cerebros, se han realizado muchos estudios que demuestran el gran potencial de
que estos campos electromagnéticos lesionan nuestras células y el DNA, y hay
observaciones epidemiológicas que asocian el uso de los celulares con el
desarrollo de tumores.
Las grandes campañas para la venta de teléfonos celulares es
un punto que limita tales evidencias, y esas grandes ventas tranquilizan de que
no hay riesgo. Se pretende que hay ausencia de una evidencia y las ventas
continúan. Esto es como las campañas de las bebidas azucaradas, ya que hay
conexión con la obesidad, y las campañas en relación al tabaco que rechazan la
relación entre el fumar y las enfermedades. Hay estudios que demuestran el
daño, sin embargo se siguen vendiendo.
Mientras no haya evidencias bien demostradas, se deben
aplicar principios de salud pública preventivos que estipulan que cuando hay
duda, nosotros debemos considerar que hay riesgos, más que aceptar que no los
hay. Es la conducta más adecuada.
Recientemente el Dr. Moskowitz, Director del Centro de
Investigaciones de UC Berkley, ha mencionado que hay riesgo potencial por el
uso aumentado del Bluetooth, a pesar de que es de baja intensidad, porque los
investigadores indican que la radiación de microondas de baja densidad puede
abrir la barrera circulatoria cerebral, una importante capa de protección de
nuestro sistema nervioso central. Además, los aparatos que tienen bluetooth y
que se adaptan a los teléfonos celulares aumentan y se usan más y de diferentes
maneras. Cada vez hay más investigadores que sugieren que la radiación de un
teléfono celular puede aumentar el riesgo de tumores no solo del cerebro y
glándulas mamarias, sino también de glándulas pituitaria y parótidas.
Un estudio reciente hecho en Suecia encontró un riesgo 3
veces mayor de tumores cerebrales malignos con el uso de más de 25 años de
teléfono celular y disminución del teléfono clásico de cable. De acuerdo al Dr.
Moskowitz, estos estudios son hechos en Europa, en donde están más expuestos a
estos riesgos. Otros estudios publicados en the World Health Organization
consideran que los campos electromagnéticos de los teléfonos celulares son
posiblemente carcinogenéticos para los humanos.
Los niños se consideran más susceptibles a los efectos de
las radiaciones de los teléfonos celulares porque las radiaciones penetran más
fácil a sus cerebros.
La tecnología actual es importante, pero no es inócua. Hay
varios ejemplos históricos semejantes, desde la cocaína, al tabaco hasta las
grasas, el mercurio, el radio, en algún tiempo el daño no se consideró que
fuera importante.
En la época actual no se pueden dejar de usar los aparatos
electromagnéticos, pero se deben tomar adecuadas precauciones, que no se han
tomado debidamente.
El comunicarse por estos aparatos es “barato”, pero es muy
importante considerar los costos para nuestra salud que pueden derivar del mal
uso. Debemos aplicar los principios de la precaución, y es importante
considerar el daño a nuestras células, no permitir que por la mercadotecnia se
ignoren estas consideraciones reales.
ESTRACTO DE ARTICULO DE
“DAVID L. KATZ, director fundador,
YALE-GRIFFIN PREVENTION RESEARCH CENTER. AUTOR DE:
La Enfermedad-prueba: La verdad de ¿Qué nos hace bien?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario