La felicidad es una ilusión, por
lo que se debe buscar la alegría en su lugar.
La sensación de felicidad y de
bienestar la tenemos en forma episódica y no constante, siempre habrá
sentimientos negativos no deseados que impidan esa percepción. Siempre habrá
esperanza de tener una vida feliz, un deseo de que se alejen las amenazas del
dolor emocional.
Los humanos nos aferramos a la
idea de tener la capacidad de evitar el sufrimiento y poder disfrutar de un
estado constante de placer, sin embargo esto es un engaño. Pero puede haber
esperanzas de poder llevar una vida más plena, mediante un proceso para mejorar
la comprensión y aceptación de un estado emocional posible de alcanzar y que es
la alegría.
Aparecen siempre malestares
emocionales que llevan a la infelicidad, constantemente hay amenazas
principalmente por tres fuerzas: La fragilidad de nuestro físico, que está
condenado por el envejecimiento y la enfermedad; el mundo exterior, con su
potencial para destruir (a través de inundaciones, incendios, tormentas y
terremotos, por ejemplo); Y las complicadas relaciones con otras personas (esto
considerado desde Freud como la más dolorosa fuente de infelicidad).
Existen muchos obstáculos para
tener completamente la felicidad, y existen millones de personas desprotegidas
y debilitadas frente a las agresiones. No tenemos una seguridad total de estar
seguros y protegidos, pero podemos examinar y distinguir lo que es la felicidad
y lo que es la alegría, para identificar y poder evitar una búsqueda inútil de
la felicidad.
Las raíces de la palabra
felicidad se relacionan con la suerte o el azar, y una persona puede tener
suerte de tener menos agresiones e incomodidades sin que las busque o las
propicie. En cambio la satisfacción, es una aceptación profunda de uno mismo y
del valor de uno, junto con un sentido de auto-realización, significado y
propósito, que puede ser semejante a la alegría. Inclusive la satisfacción
puede ser independiente de circunstancias adversas, incluso cuando son
angustiantes. Esto se puede observar en personas que son sometidas a
sufrimiento constante, pero con el paso del tiempo buscan fortaleza emocional y
espiritual dentro de ellos mismos, logrando una alegría profunda.
Se puede alcanzar una aceptación
y un respeto a uno mismo, con una determinación de lo que es personalmente
significativo, más que enfrentar una búsqueda incesante y en última instancia
inútil de la felicidad. La alegría tiene el potencial de servir como una base
sólida para tener episodios de placer que pueden ser bien apreciados y
experimentados.
Es indiscutible que tiene mucho
valor la sensación que tenemos por ejemplo cuando tenemos muchas pequeñas
victorias en nuestra vida cotidiana. Esto nos proporciona satisfacciones y
alegría. La alegría es la emoción principal para tener satisfacciones con la
vida o con el bienestar. Las satisfacciones se relacionan con una tranquilidad
que refleja la gratitud y la aceptación.
Vivimos en una sociedad en donde
constantemente nos bombardean con la publicidad de que seremos felices sólo al
comprar una cosa nueva, o al tener la piel perfecta, o al vivir en un lugar diferente.
Lo que también nos afecta demasiado es la seguridad en el empleo. Esto se
relaciona con las relaciones con otras personas, con la vida misma en sociedad,
y no lo podemos evitar, sin embargo cultivar la alegría es un gran remedio.
"Son
sólo felices las personas que tienen sus mentes fijas en algún objeto que no
sea su propia felicidad; en la felicidad de los demás, en la mejora de la
humanidad, incluso en una obra de arte o de ejercicio, seguido no como un
medio, sino como un fin en sus ideales. De este modo, encuentran la felicidad por el camino ".
- John Stuart Mill
Michael
Murphy