DEBEMOS DE LUCHAR POR QUE UNA BUENA
MUERTE OCURRA EN EL MOMENTO Y LUGAR ADECUADO.
Desde la antigua Grecia hace 2500
años se menciona la necesidad de una
buena muerte. Actualmente debido a que en los hospitales los cuidados al final
de la vida son muy agresivos, no hay cuidados paliativos suficientes y las
leyes del suicidio asistido son indebidamente restrictivas es imposible para la
mayoría de las personas morir con dignidad. NO HAY PEOR MUERTE QUE UNA MUERTE
HOSPITALARIA. Morir bien significa morir en casa. Para reconocer esto se
requiere de preparación y reconocer que la muerte es una condición necesaria, y
de hecho deseable, parte de la vida.
Los antiguos griegos entendían el valor
de la muerte. Aurora una Diosa Griega, se enamora profundamente de un hombre
mortal y logra que todos los dioses le concedieran la inmortalidad. Pero Aurora
no pidió a los dioses que le concedieran el don adicional de la eterna
juventud; por lo que su amado vivió, pero en un estado de vejez dolorosa y
progresiva. Su deseo fue entonces la muerte, pero esto es propio de la
condición humana.
Nadie puede engañar a la muerte, sin
embargo se puede luchar por una buena muerte, que se produzca en el momento
adecuado y en el lugar adecuado.
Una de las mejores decisiones en la vida
es la preparación para una buena muerte. La mayoría de los pacientes dicen
según una encuesta que quieren morir en casa, pero solo una minoría se dán
cuenta de este deseo razonable. Una vez que se llama a la ambulancia por una
enfermedad grave y terminal, se inicia una reacción en cadena de caos en la
medicina moderna que se convierte en
inevitable. El paciente estará sometido
a estudios hospitalarios, tratamientos agresivos, colocación de aparatos y
sondas y se iniciará una lucha contra la enfermedad muchas veces inútil.
En lugar de ir al hospital, el enfermo
terminal puede recibir cuidados paliativos en casa. Esto no solo es más
agradable y digno, sino que también provoca mayor longevidad, quizá porque
reduce los riesgos sustanciales de errores médicos e infecciones hospitalarias.
En la muerte como en la vida muchas veces hacer menos es lograr más. Se tiene que aumentar la práctica de cuidados
paliativos en casa ya que se reduce drásticamente la frecuencia de una muerte
hospitalaria dolorosa.
Para esta buena muerte domiciliaria, se
requiere una re-educación dirigida a pacientes, médicos, enfermeras,
hospitales, compañías de seguros y líderes políticos. Se debe aprender sobre
los cuidados paliativos y apreciar y difundir lo que sienten las personas antes
de morir en los hospitales muchas veces sujetos a procedimientos médicos y quirúrgicos
con muchos riesgos, inútiles, crueles e innecesarios. Debemos volver a la práctica antigua y de
larga tradición de morir en casa con una cálida y cariñosa despedida de
familiares y amigos cercanos. Se debe evitar que en los últimos momentos de
nuestra vida el ambiente sea entre médicos, enfermeras y personal de hospital
todos ellos extraños.
Lo anterior es muy convincente y no debe
ser controversial cuando se trata de personas con enfermedades terminales.
El problema puede ser cuando se trata de
personas que sufren de una enfermedad crónica, no terminal. Enfermedad que está
causando dolor y/o discapacidad extrema e incurable. La mayoría de la gente se atiende utilizando
todos los recursos, con el apoyo de familiares incluso en las peores
circunstancias. Sin embargo la asistencia médica debe considerar la liberación
de una vida insoportablemente dolorosa. En estos pacientes no terminales hay
factores que hacen más complicada la aplicación de cuidados paliativos.
Por motivos religiosos, políticos,
ideológicos la muerte asistida lamentablemente sigue siendo rechazada por el “carácter
sagrado de la vida”. La sociedad, los políticos que luchan enérgicamente contra
“el derecho a morir” no han tenido por lo general experiencias en relación al
sufrimiento extremo que acompaña a las enfermedades crónicas y graves. Muchas
personas sienten que la vida con sufrimiento
por enfermedades crónicas no es digna de ser vivida, pero pueden sentirse
diferente si piensan que en la vida del mañana será diferente, especialmente si
reciben tratamientos que alivian el dolor, tienen apoyo financiero y apoyo
social, y además asesoramiento psicológico. Con estos apoyos los sentimientos
suicidas pueden cambiar mes con mes. No deben elegir morir, solamente basándose
en cómo se sienten en su peor día.
Los enfermos no terminales con
enfermedades crónicas y sufrimiento se pueden sentir presionados para elegir la
muerte por la percepción de que sus familiares piensen que son una carga y
ellos preferiría verlos muertos. Esta es
la preocupación que muchas veces tienen los discapacitados físicos. Otros
factores para estas personas son que tradicionalmente la medicina tiende a la
curación, no al asesinato. Y se preguntan si de acuerdo a la ética médica los
médicos pueden ayudar a la muerte del paciente, y ciertamente ningún médico
tiene la obligación de hacerlo cuando esto viole sus creencias éticas o
religiosas. Sin embargo cada vez hay más médicos ahora que están de acuerdo con
las leyes del “derecho a morir”.
En otros casos, un problema puede ser
cuando las personas sufre de una enfermedad extrema y tiene deseos suicidas,
llegando a ser un problema psiquiátrico y que requiera de tratamiento
psiquiátrico. Sin embargo más que tratamiento psiquiátrico, ellos pueden pensar
que tienen esa opción como un acto completamente racional y útil. La vida es hermosa, y uno se aferra así a la
vida, excepto cuando se convierte en una tortura sin fin debido a una
enfermedad terminal. Debería haber una ley para poder morir en aquellos cuyas
vidas se hacen insoportables por una enfermedad incurable.
Cada vez es más común en varios países,
que se considere a la muerte como algo de lo más humano. Por supuesto que las
leyes y escritos deben ser cuidadosos para evitar el abuso y los juicios
apresurados. Todo esto debe implementarse con criterio y con una estricta
supervisión. Se debe proteger el bienestar de los que quieren atacar la
enfermedad al máximo, y también se debe proteger el derecho ciudadano a una
muerte digna para aquellos cuyo dolor es crónico e incurable. Cada vez, las
leyes y normas en relación a estas cuestiones se hacen menos controvertidas.
En Estados Unidos en el estado de Oregon,
se han permitido en 17 años 752 muertes por leyes, con una edad promedio de
muerte de 71 años, y la mayoría por cáncer. Sin demandas judiciales. En Países
Bajos la experiencia exitosa es de poco más de 30 años.
Los cuidados paliativos y el derecho a la
muerte pueden convertirse rápidamente en una parte integral de una buena
práctica médica de rutina.
Allen Frances,
psiquiatra y profesor emérito de la Universidad de Duke. Blog en el Huffington
Post.
Resumió:
MICHAEL MURPHY