Esa sensación de tener los pies sobre la tierra, es “seguridad”. También es una sensación de que sabemos lo que somos, tenemos, hacemos, y queremos. Las personas que son seguras de sí mismas no necesitan tanto hacerse de preguntas. Una persona que se conoce, y sabe lo que quiere está en equilibrio consigo mismo y con los demás. No vacila en lo que hace. Como todos los humanos esa persona segura de sí mismo tiene deseos y muchas veces no los puede alcanzar, pero sabe que no va a sufrir por que no tiene algo que desea. Todos tenemos en nuestra mente ilusiones, esperanzas, deseos, sueños, que muchas veces sabemos que no vamos a lograr tenerlos, pero la diferencia de una persona segura, es que esos deseos no le ocasionen frustración, malestar, o desequilibrio emocional. La persona segura sabe que lo que desea pudiera hacerse realidad si hace esfuerzos y si se quita de los bloqueos que tiene, y eso no le ocasiona neurosis, o malestar.
Hay deseos que no los podemos concretar, porque hay barreras sociales, morales, religiosas, legales, etc. Quizá son deseos inadecuados para nuestro bienestar futuro, o que están en contra de lo que planeamos en nuestra vida. No es malo tener sueños y deseos.
Cuando se trata de relaciones humanas, el conocer a la otra persona es más difícil. Uno puede reconocer sus intenciones, deseos, emociones de uno mismo; pero para reconocer lo que la otra persona quiere, o desea, es a veces imposible. Es parte de nuestra humanidad. No podemos averiguar totalmente lo que nuestro cerebro tiene, o cómo vamos a reaccionar frente a los estímulos que pensamos que nos dañan. Y menos saber lo que la otra persona piensa de nosotros.
Hay deseos que no los podemos concretar, porque hay barreras sociales, morales, religiosas, legales, etc. Quizá son deseos inadecuados para nuestro bienestar futuro, o que están en contra de lo que planeamos en nuestra vida. No es malo tener sueños y deseos.
Cuando se trata de relaciones humanas, el conocer a la otra persona es más difícil. Uno puede reconocer sus intenciones, deseos, emociones de uno mismo; pero para reconocer lo que la otra persona quiere, o desea, es a veces imposible. Es parte de nuestra humanidad. No podemos averiguar totalmente lo que nuestro cerebro tiene, o cómo vamos a reaccionar frente a los estímulos que pensamos que nos dañan. Y menos saber lo que la otra persona piensa de nosotros.
Como todas las cosas de la mente, es algo complejo pero interesante.
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M.M.
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