lunes, octubre 28, 2013

LEY DEL KARMA (un punto de vista)


La ley del karma es un ejemplo especial de la ley de causa y efecto que establece que nuestras acciones físicas, verbales y mentales son causas, y nuestras experiencias son sus efectos. La ley del karma enseña por qué cada individuo posee una disposición mental, una apariencia física y unas experiencias únicas. Estas son los efectos de las incontables acciones que cada uno ha realizado en el pasado. Puesto que no hay dos personas que hayan realizado las mismas acciones en vidas pasadas, nadie puede tener los mismos estados mentales, experiencias y apariencia física que otro. Cada ser posee su propio karma individual. Algunas personas disfrutan de buena salud y otras sufren enfermedades sin cesar. Unas tienen un físico atractivo y otras no. Algunas siempre están alegres y se conforman con poco, mientras que otras suelen estar de mal humor y nunca están satisfechas. Algunas personas entienden con facilidad el significado de las enseñanzas espirituales, pero otras las encuentran difíciles y oscuras.

La palabra karma significa 'acción' y se refiere principalmente a nuestras acciones físicas, verbales y mentales. Las acciones que efectuamos dejan huellas o impresiones en nuestra mente muy sutil que, con el tiempo, producen sus correspondientes resultados. Nuestra mente es comparable a un campo de siembra, y las acciones que cometemos, a las semillas que en él se plantan. Las acciones virtuosas son las semillas de nuestra felicidad futura, y las perjudiciales, las de nuestro sufrimiento. Estas semillas permanecen ocultas en nuestra mente hasta que producen su efecto, cuando se reúnen las condiciones necesarias para su germinación. Además, desde que se realiza la acción original hasta que maduran sus consecuencias, pueden transcurrir varias vidas.

Como resultado de nuestras acciones o karma, renacemos en este mundo impuro y contaminado y tenemos problemas y dificultades sin cesar. Nuestras acciones son impuras porque nuestra mente está contaminada por el veneno interno del aferramiento propio. Esta es la razón principal por la que experimentamos sufrimiento. Este es producido por nuestras propias acciones o karma y no es un castigo impuesto por nadie. Sufrimos porque hemos cometido numerosas acciones perjudiciales en vidas pasadas. El origen de estas malas acciones son nuestras propias perturbaciones mentales, como el odio, el apego y la ignorancia del aferramiento propio.

Cuando hayamos eliminado de nuestra mente el aferramiento propio y demás engaños, nuestras acciones serán puras. Como resultado de estas acciones, nuestras experiencias, nuestro mundo, cuerpo y disfrutes, y los seres que nos rodean, también serán puros. No quedará ni el menor rastro de sufrimiento, impureza ni dificultades. De esta manera, encontraremos la verdadera felicidad en nuestra mente.

Geshe Kelsang Gyatso


Recopliación:    Michael Murphy

sábado, octubre 19, 2013

ALGO SOBRE LA HUMILDAD


“Soy un gran pecador, confiando en la misericordia y en la paciencia de Dios, con sufrimiento acepto”, dijo e instantes después la “fumata” blanca salió por la chimenea de la Capilla Sixtina exactamente a las 19:05 horas local (18:05 GMT).

“Vivir la Semana Santa es entrar cada vez más en la lógica de Dios, la lógica del amor y del don de sí” fue el primer texto, y el segundo indicó: “Estar con Jesús exige salir de nosotros mismos, de un modo de vivir lento y rutinario”.La humildad y sencillez están marcando el innovador discurso pastoral del papa Francisco y eso no sólo atañe a la manera como él coincibe su ministerio pontificio, sino a su persona, a la forma más bien modesta de sus vestimentas y ornamentos, que contrastan enormemente con la de muchos de sus antecesores.huelga decir, difieren mucho de los negros y desgastados, pero eso sí bien boleados y seguramente cómodos, con los que el papa Francisco sigue presentándose en las ceremonias.

el papa Francisco no vestirá los tradicionales, elegantes y antiquísimos indumentos de su predecesor, ni la ricamente adornada mitra pontificia (la toca alta y puntiaguda que llevan papas), porque los mismos contradicen su idea de hacer regresar a la iglesia de Roma a sus orígenes, a la humildad y a la moderación, para estar cerca de la gente, de los pobres en particular.

De hecho, Francisco dispuso que su anillo del pescador, que simboliza ser el sucesor de Pedro, fuera de plata dorada y no de oro, como el que siempre han llevado los pontífices; además, optó por regalar a la Catedral de Buenos Aires su anillo de obispo.

De tal suerte, no ha sido extraño ver a Papa llevar en el cuello su modesta cruz de fierro, calzar su desgastados zapatos negros y vestir de blanco sin ninguna prenda ostentosa.

“una Iglesia para los pobres”.

el papa Francico lo llamó por teléfono desde Roma para decirle. “Habla el padre Jorge, perdoname Dani pero no voy a poder pasar a buscar más los diarios…”. Ese era un hábito de cada mañana, llegar hasta el kiosco antes de las 6:00 y recoger él mismos sus periódicos, y comentar cuestiones futbolísticas o de actualidad con Daniel, quien dice: “Lo voy a extrañar”.

En la misma entrevista, cuando se le inquiere sobre las afirmaciones del Papa Francisco de una “Iglesia pobre y una Iglesia para los pobres”, Peña Nieto se entusiasma: “me gusta porque es una gran coincidencia con una de las prioridades de mi gobierno… creo que los postulados del Papa son plenamente coincidentes con la política pública que tiene mi gobierno.

La humildad es un concepto cristiano, es según la doctrina la conciencia, basada en el conocimiento de si mismo, de la propia nulidad delante de Dios según el ejemplo de Cristo, tal como señala la Segunda Carta a los Filipenses capitulo 2 versículo 8.

Excluye la soberbia y la presunción, asi como el servilismo, pero no el agradecimiento de toda dignidad regalada por Dios.

Más allá del concepto religioso, la humildad es una virtud humana encarnada en seres que se caracterizan por la solidaridad, el desprendimiento, el respeto hacia los demás y la sobriedad en su vida y en su comportamiento, como así también en sus costumbres y modales, es una actitud de vida, que nace en el interior del ser y se exterioriza en todos los actos de su vida.

Para ello se debe contar con una total armonía interior, una paz serena y permanente y una comprensión de los problemas del mundo y de la gente, como asi también la conciencia exacta de lo que  es capaz de resolver y ayudar, sin ostentación, sin esperar un rédito o un resultado de ello, y sin pretender que se le devuelva la misma actitud, ya que si alguien necesita ayuda no está en condiciones de ayudar.

El humilde por lo general pasa inadvertido en su contexto social, hasta que en un momento por su propio peso o por las circunstancias que se dan, es visto por sus congéneres tal como es.

No debe entenderse la humildad como una desvalorización del propio yo, sino como un principio psíquico de sanidad, en el que el ser se integra en el contexto de los seres y reconoce su finitud y sus errores, como iguales a los de cualquier otro humano, que todos los cometemos, en diferentes medidas y magnitudes pero todos erramos. Lo malsano es persistir en el error, y reiterar su cometido, en cambio el que entiende que lo ha cometido, enmienda su error y procura en el futuro no volver a cometerlo.

Asimismo el humilde comprende que el hombre sólo se completa en la alteridad, en la conciencia y en la presencia del otro, sin el cual está sin terminar y su condición se resiente.

Humilde es quien no se cree más, ni menos que nadie, que conoce sus capacidades y sus límites y está dispuesto a aceptarlos y vivir con ellos y también a convivir con las capacidades y los límites de los demás, dándole un voto de confianza a sus aptitudes, es también quién no se niega, el que acepta la realidad, “su realidad”, sin ocultamientos ni disfraces, quien no quiere parecer sino que es, quién no transfiere a otros sus frustraciones, sus problemas y sus conflictos, sino que se hace cargo de ellos y procura su resolución, o su disolución en sentido psicoanalítico.

En el mundo que vivimos es difícil encontrar personas humildes, humildes de corazón, no humildes de condición, de los cuales por las circunstancias sociales, políticas, el egoísmo y la soberbia de los poderosos y de los gobernantes cada vez hay más, y que no pueden salir de su condición.

Hablamos de la humildad que no depende de la condición social sino del interior de cada uno, es el trato, la conducta, el obrar bien intencionado y amable, la generosidad más allá de la obligación y el darse más allá del deber.

Sociológicamente la humildad engendra la solidaridad y hace a la buena amalgama social dentro de un grupo o comunidad, en los cuales los que sobresalen lo hacen por méritos propios, pero sin creerse más que los otros, ni mejores personas.

El humilde no derrocha, vive y se viste austeramente, no genera competencia, ni avergüenza a los demás con sus desplantes, su opulencia, su soberbia y sus galas, es recatado, afable, cortés, abnegado, con rasgos auténticos de humanidad, sin vanidad, no apetece la gloria ni la fama, vive cumpliendo con su deber y sabe que lo que hace es lo debido y lo ordenado.

El mundo, nuestro mundo, necesita de seres humildes que hagan correr un aire de frescura en las relaciones individuales y colectivas, y en el concierto de las naciones.