martes, febrero 18, 2014

ESTRÉS URBANO (COMENTARIO)

En 2009 la humanidad dio el mayor paso hasta la fecha para alejarse de las cavernas. Descendemos de cavernícolas que día tras día, durante miles de años, vivieron todas las formas de estrés constructivo que les imponía el instinto de supervivencia. Por eso ahora estamos aquí, maravillándonos de su tenacidad. Unos cuantos taoístas se maravillaban de la mera existencia y por tanto, fueron bastante felices y no conocieron el estrés.
Pero en 2009, por primera vez en la historia de la humanidad, hubo más habitantes en las ciudades que en las zonas rurales. Y, por diversas razones que van de lo biológico a lo económico, este cambio disparará los niveles de estrés desctructivo en las aglomeraciones urbanas, ya de por sí superpobladas y estresantes.


Si actualmente vives en una gran ciudad (y hay más de un cincuenta por ciento de probabilidades de que así sea) te habrás percatado del aumento de tensión que acarrea el incremento de la población. Hay más tráfico, multitudes mayores, construcción incesante, suburbios más extensos y urbanizaciones florecientes alejadas del centro. Todo esto contribuye al estrés. ¿Por qué? Tal vez paradójicamente, los primeros humanos evolucionaron para vivir en grupos pequeños de cazadores-recolectores, compuestos por unas pocas docenas de individuos. Durante decenas de miles de años la densidad de población de los seres humanos fue semejante a la de los lobos. Con la industrialización, las ciudades modernas han crecido hasta alcanzar densidades de decenas de miles por kilómetro cuadrado. Eso significa una densidad de población de un millón de veces más alta que la que tenía prevista la naturaleza. Entre las primeras consecuencias de la superpoblación se cuenta el estrés destructivo y los habitantes de las ciudades son mucho más propensos a padecerlo que el resto de la población de la tierra.
Para cada especie de animal social, la naturaleza ha fijado un número óptimo de individuos que se traduce en la densidad de población ideal de dicha especie. Si la densidad de población es inferior a la óptima para una región determinada, la especie en cuestión tiende a mantener relaciones sociales normales y a reproducirse vigorosamente hasta que su densidad alcanza la cifra óptima. Ahora bien, si una densidad de población excede su nivel óptimo para una región determinada, la especie tenderá a ampliar su territorio a fin de reducir su densidad de población. Pero si la expansión resulta ser imposible (como por ejemplo en una isla o en una jaula), las conductas social y sexual normales de esa especie se verán afectadas y con el tiempo provocarán una disminución de la población para regresar a la densidad óptima.
Este fenómeno se ha observado en animales sociales de distintas familias: hormigas, abejas, ratones, ratas, monos, simios, lobos y humanos tienen sus respectivas cifras óptimas. Siempre que los animales sociales viven apiñados hasta el punto de exceder su densidad óptima sin tener posibilidad de ampliar su territorio para reducir la densidad, manifestarán violencia, desviaciones y aberraciones en el trato social y sexual. Para su sorpresa, los investigadores han aprendido que este deterioro se produce incluso cuando abunda el alimento. El mero hecho de estar demasiado cerca de demasiados congéneres durante demasiado tiempo genera estrés, abonando así el terreno para que surjan muchos otros problemas.

Puedes presenciar una forma relativamente leve de este tipo de estrés en un ascensor abarrotado. Los ocupantes de un ascensor procuran no ponerse de frente ni tocarse ni mirarse ni hablar (salvo quizá sobre el tiempo). Es posible que alguien cuente un chiste para romper la tensión. Casi todos los ocupantes procuran ignorar a los demás. Miran el indicador electrónico, esperando llegar pronto a su planta, o miran sus relojes como si tuvieran alguna razón apremiante para saber la hora exacta. Los ascensores atestados imposibilitan el comportamiento social normal, precisamente porque necesitamos mucho más espacio vital para evitar que el exceso de individuos active el estrés instintivo. Lo mismo sucede cuando las personas viajan en vagones del metro, como sardinas de lata, durante las horas punta. Sus niveles de estrés se disparan mientras se ven apretujados entre desconocidos. En este tipo de situaciones, las conductas sociales normales se deterioran enseguida debido simplemente al excesivo (aunque pasajero) hacinamiento.

jueves, febrero 06, 2014

TELEFONOS CELULARES Y ENFERMEDADES MALIGNAS


 
 
Muchos utensilios que ahora compramos son electrónicos, y estamos más expuestos a campos energéticos derivados de nuestros aparatos, en particular de nuestros teléfonos celulares, que son los más utilizados y los que merecen más atención.

No podemos retroceder en la tecnología, estamos en la era electrónica, y quizá aumenten este tipo de aparatos. Al igual que los celulares, la comunicación por el llamado ciberespacio está notablemente en aumento y también hay algunas consecuencias desfavorables en las vidas de las personas.

Con el uso de los teléfonos celulares muchos riesgos están ampliamente comprobados, se ha demostrado que por lo menos en un 25% de los accidentes automovilísticos actualmente se relacionan al celular por la distracción que provoca usarlo mientras se maneja un vehículo. Hay también evidencias de que los niveles personales de empatía (capacidad de entendimiento y conexión con el estado emocional de las personas) han disminuido por el aumento de la tecnología de la comunicación. En estudios recientes entre estudiantes se encuentra que el uso de los teléfonos celulares se relaciona con el más bajo rendimiento escolar, y con un aumento de la ansiedad, (aunque los estudios aún no comprueban la causa-efecto).

Pero el mayor y más importante riesgo de los teléfonos celulares son los campos electromagnéticos de radiación no-ionizante que producen. Y debe descartarse o demostrarse este riesgo, ya que se trata de una amenaza totalmente invisible. Nosotros podemos mentalmente estar “tranquilos” mientras que no percibamos una amenaza que se pueda ver, sentir, oler, etc. Pero esta amenaza no la sentimos.

Otro tipo de radiaciones se experimentan sin sentirlas por ejemplo en los rayos X, que son radiaciones ionizantes, que penetran nuestros cuerpos. La resonancia magnética ocasiona campos electromagnéticos no-ionizantes de semejante forma. Estudios necesarios para ver nuestra anatomía, pero con otros efectos mínimos.

¿Cuáles son exactamente los efectos que causan los teléfonos celulares? La principal preocupación es la lesión al DNA de las células que están sujetas a esas radiaciones, y el riesgo concomitante de cáncer. Debido a que los teléfonos los utilizamos cerca del cerebro, en los oídos, la preocupación existe. Además se han preocupado si llevando los celulares cerca de las glándulas mamarias aumenta el riesgo de cáncer de mama. Se han realizado estudios en animales demostrando alteraciones en el útero cuando hay exposición a campos de radiación por teléfonos celulares.

Ninguno de estos peligros se ha establecido en humanos definitivamente, y es difícil demostrarlo, ya que los tumores cerebrales son relativamente raros y se desarrollan en lapsos largos de tiempo, se requieren miles de personas para estudiar, unas que usen el teléfono celular y otras que no lo usen, por largo tiempo, décadas. Pero estos estudios se empiezan a realizar.

Para demostrar la evidencia de que los campos de radiación que producen los teléfonos celulares al penetrar en nuestros cuerpos y cerebros, se han realizado muchos estudios que demuestran el gran potencial de que estos campos electromagnéticos lesionan nuestras células y el DNA, y hay observaciones epidemiológicas que asocian el uso de los celulares con el desarrollo de tumores.

Las grandes campañas para la venta de teléfonos celulares es un punto que limita tales evidencias, y esas grandes ventas tranquilizan de que no hay riesgo. Se pretende que hay ausencia de una evidencia y las ventas continúan. Esto es como las campañas de las bebidas azucaradas, ya que hay conexión con la obesidad, y las campañas en relación al tabaco que rechazan la relación entre el fumar y las enfermedades. Hay estudios que demuestran el daño, sin embargo se siguen vendiendo.

Mientras no haya evidencias bien demostradas, se deben aplicar principios de salud pública preventivos que estipulan que cuando hay duda, nosotros debemos considerar que hay riesgos, más que aceptar que no los hay. Es la conducta más adecuada.

Recientemente el Dr. Moskowitz, Director del Centro de Investigaciones de UC Berkley, ha mencionado que hay riesgo potencial por el uso aumentado del Bluetooth, a pesar de que es de baja intensidad, porque los investigadores indican que la radiación de microondas de baja densidad puede abrir la barrera circulatoria cerebral, una importante capa de protección de nuestro sistema nervioso central. Además, los aparatos que tienen bluetooth y que se adaptan a los teléfonos celulares aumentan y se usan más y de diferentes maneras. Cada vez hay más investigadores que sugieren que la radiación de un teléfono celular puede aumentar el riesgo de tumores no solo del cerebro y glándulas mamarias, sino también de glándulas pituitaria y parótidas.

Un estudio reciente hecho en Suecia encontró un riesgo 3 veces mayor de tumores cerebrales malignos con el uso de más de 25 años de teléfono celular y disminución del teléfono clásico de cable. De acuerdo al Dr. Moskowitz, estos estudios son hechos en Europa, en donde están más expuestos a estos riesgos. Otros estudios publicados en the World Health Organization consideran que los campos electromagnéticos de los teléfonos celulares son posiblemente carcinogenéticos para los humanos.

Los niños se consideran más susceptibles a los efectos de las radiaciones de los teléfonos celulares porque las radiaciones penetran más fácil a sus cerebros.

La tecnología actual es importante, pero no es inócua. Hay varios ejemplos históricos semejantes, desde la cocaína, al tabaco hasta las grasas, el mercurio, el radio, en algún tiempo el daño no se consideró que fuera importante.

En la época actual no se pueden dejar de usar los aparatos electromagnéticos, pero se deben tomar adecuadas precauciones, que no se han tomado debidamente.

El comunicarse por estos aparatos es “barato”, pero es muy importante considerar los costos para nuestra salud que pueden derivar del mal uso. Debemos aplicar los principios de la precaución, y es importante considerar el daño a nuestras células, no permitir que por la mercadotecnia se ignoren estas consideraciones reales.

ESTRACTO DE ARTICULO DE  “DAVID L. KATZ, director fundador,  YALE-GRIFFIN PREVENTION RESEARCH CENTER.    AUTOR DE:  La Enfermedad-prueba: La verdad de ¿Qué nos hace bien?