viernes, mayo 25, 2012

CALIDEZ Y CALIDAD (Cuento)






El Sr. Juan Pérez, dormía no muy tranquilo en su casa después de haber tenido un día lleno de estrés, ansiedades, disgustos y pocas satisfacciones. Su habitación estaba silenciosa y cualquier ruido por leve que fuera le ocasionaba un sobresalto y como respuesta una maldición. 


Estaba ya amaneciendo y la luz del sol ya aparecía colándose por las ventanas cuando escuchó el timbre del teléfono que se podía oír no solo en su habitación sino en toda su casa, lo suficientemente ruidoso para despertar a toda la familia.


De mala gana descolgó el auricular y una voz muy amable le dió los buenos días:
Sr. Juan Pérez, le habla su médico familiar de la institución oficial a la que pertenece. Ya nos conocemos, soy el Dr. Fernández, pero la última vez que nos vimos fue hace ya varios meses cuando acudió a consulta por que sufría de cólicos y diarrea. Me dá mucho gusto saludarlo y espero no ser inoportuno; pero estaba revisando su expediente clínico y me preocupé mucho por su salud.


El Sr. Pérez empezaba a recordar de su médico y efectivamente ya no había vuelto al consultorio desde hacia tiempo. Empezaba a calmarse el estrés que le ocasionó el ruido del teléfono y escucho con atencion y sorpresa la forma tan amable del médico familiar.


Mire usted, le dijo el galeno. Es mi obligación estar al pendiente de su salud, y en esta institución hay varias maneras de prevenir las enfermedades, la principal es la comunicación directa de los médicos con los pacientes que atendemos. Tiene usted ya 45 años y yo necesito saber como está su estado de salud. Le puedo dar una cita para el día de mañana o para cualquier día de la semana que usted pueda venir. 


El Sr. Juan le conestó: Por ahora no tengo molestias, he tenido mucho trabajo y me es difícil acudir a mi clínica y en realidad me siento bien. El Médico le respondió: no importa que se sienta bien, yo estoy preocupado por que no tengo en mis notas médicas su peso actual, su tensión arterial y otros parámetros que tengo que vigilar; debe acudir conmigo puesto que necesitamos platicar sobre sus hábitos alimentarios, su trabajo y sobre todo su salud tanto física como mental; ¿Cómo están sus relaciones familiares? ¿Cómo le vá en su trabajo? Además necesito solicitarle unas radiografías, ultrasonidos y exámenes de laboratorio. 


El Sr. Pérez se quedó en silencio por un momento y pensando qué responder ya que en verdad había subido de peso, tenía algunas veces dolores de cabeza y una rodilla le andaba molestando. Además, su mal genio había aumentado, tenía problemas con su hijo mayor quien ya estaba en la secundaria y era notoria su rebeldía reciente.


Mire Dr. le agradezco mucho que me haya llamado, y claro que estaré mañana en mi institución con ud. ¿podría ser a las 11 de la mañana? El médico le aseguró la hora de la cita y antes de despedirse le dijo: En su expediente también he notado que sus hijos no han venido a consulta y tampoco su esposa desde que la atendí por una gripa hace 4 meses. 


Después de su consulta, también me gustaría revisar a cada uno de sus tres hijos y a su esposa. Me interesa mucho que su familia se encuentre sana. Es mi deber prevenir y evitar que tengan molestias y que presenten enfermedades que se puedan diagnosticar antes que sea demasiado tarde; de tal manera que mañana mismo les daré las otras citas para atender a su familia. 


El Dr. con toda amabilidad, anotó los nombres y número de expediente de sus hijos y esposa y se despidió recordándole que al día siguiente sería su consulta y que al otro día le harían exámenes de laboratorio, electrocardiograma y en 3 días ya tendría los resultados para detectar oportunamente algún problema de salud. Lo enviaría de inmediato si fuese necesario con algún especialista para continuar su atencion adecuada. 


El Sr. Pérez quedó muy agradecido por la llamada telefónica y al colgar pensó reanudar su sueño, pero escuchó otro ruido, era su esposa que le decía casi gritándo: Juan ya levántate que tienes que ir al trabajo. 


Apenas recordaba la llamada que había tenido y al despertar y reflexionar lo que había sido se dió cuenta que esa voz de su médico familiar solo había sido un sueño.


Revisó su carnet de citas que tenía en su buró y se percató que su próxima cita con su médico familiar estaba anotada para 4 meses después, con un recordatorio subrayado: Debe presentarse 2 horas antes de su consulta, de lo contrario se cancelará y volverá a pedir cita.


Había sido un sueño agradable pero muy pasajero. 


Por unos momentos creyó en la medicina preventiva y en la calidez y calidad tan mencionada en las instituciones. Durante el recorrido a su trabajo se preocupó por  su salud y la  de sus familiares pero no pensó en ir a su clínica.


MICHAEL MURPHY



4 comentarios:

Anónimo dijo...

La Medicina Preventiva en nuestro País No funciona así. Por eso las enfermedades se detectan muy tarde.
Muy demostrativo el cuento.

Anónimo dijo...

Desgraciadamente en México y quizá en otros paíces, no funciona así la medicina preventiva. Principalmente las instituciones públicas, debido a la falta de espacios, de médicos, etc. se hacen muy lentas las consultas y la atención no es muy buena.

Michael_M dijo...

Desafortunadamente, aunque haya recursos, falta organización y planeación para poder detectar a tiempo las enfermedades. Una buena medicina preventiva también disminuye los gastos médicos, que para las instituciones sería de gran ayuda.

El doc dijo...

Estoy de acuerdo que la medicina preventiva es lo mejor, solo porque aquí en México no hay esa cultura de acudir con el médico porque no nos sentimos mal, solo acudimos cuando ya nos sentimos mal y cuando ya no se puede hacer nada desafortunadamente, he experimentado que el descuido de nuestra persona en sí es muy perjudicial para nuestra vida, luego nos arrepentimos y hasta nos enojamos con uno mismo por no haber atendido nuestro cuerpo, nuestra vida. HAY QUE HACER Y LLEVAR A CABO LA MEDICINA PREVENTIVA.
Como dice el comercial: Hay que comer frutas y verduras y hacer ejercicio.


Saludos.