LOS FESTEJOS Y LA COMIDA

El festejo es un regocijo, es una celebración por algún motivo que lo amerite, es divertirse y recrearse; y en nuestra sociedad no debe faltar la comida; especialmente preparada para degustar y convivir compartiendo ese gusto por los alimentos. Con alimentos nuestro humor cambia y si los alimentos son deliciosos estaremos mas alegres y contentos. 


Nuestras tradiciones y las de la mayoría de otras sociedades incluyen la preparación de alimentos en fechas especiales. Alimentos preparados de una manera hasta hostentosa por ejemplo en la Navidad, fiestas de fin de año, cumpleaños, y muchos días especiales que hay en el año (que son muchos por cierto). 


Nuestra cultura, nuestras familias, nuestros padres nos enseñaron a que en alguna de estas fechas se deben preparar alimentos y bebidas de manera especial. Es tradicional que se hagan muchas veces platillos regionales y “antojitos mexicanos”, que hay muchos:  tamales, mole, carnes, dulces, postres, sin faltar los “refrescos” y una que otra bebida con alcohol. 


Los festejos son muy comunes en las rancherias y poblaciones pequeñas, y es en donde a veces son más abundantes las comidas. “matan un borrego”, “matan un novillo” “matan un guajolote” “matan los cerdos”, etc. y los animales los tienen en “engorda” mucho tiempo guardados especialmente para esta ocasión especial; el festejo de algo.  


En estos lugares, el festejo se prolonga mucho: es la comida, es la cena que termina en la madrugada, es el recalentado al otro día, y a veces son 2 ó más días de comer, y comer, y beber y beber. 


No importa la situación económica, para el festejo si hay forma, se ahorra, se pide prestado, se cooperan, el caso es compartir esos momentos felices y siempre con comida abundante.


Es tradición también ofrecer a los visitantes de los hogares, “algo” de tomar, o de comer. Y cuando hay invitados se sacan las galletas, postres y los licores. Son ratos de convivencia, que se “Sazonan con algo de comer”.  Fuera del hogar, las comidas para festejar algo abundan como en fechas como el 10 de Mayo, en donde los restaurantes están llenos. 


El problema es que con tantos festejos (algunos festejan 2 a 3 veces por semana), la alimentación y las bebidas se convierten en algo dañino para nuestro organismo. Quién más festeja, más pasado de kilos está, y más propenso como ya sabemos a las enfermedades que derivan de la obesidad, como la diabetes, y la hipertensión arterial. 


Por tradición las celebraciones se hacen con abundante comida. 


¿Pero no estaría bien, ya cambiar esa costumbre?


Antes por que no se sabía mucho sobre los problemas que conlleva la obesidad, y no se tenía un suficiente conocimiento de cuales son los alimentos que hacen daño, que nos afectan, que nos envenenan.  Pero ahora en la actualidad, ya sabemos lo peligroso que es comer en demasia, y sabemos el daño que hacen sobre todo los postres, la grasa, y en general el exceso.  


La comida ha sido siempre uno de los placeres preferidos del hombre. Sabemos que el comer es una necesidad. Y el comer es algo que disfrutamos, instintivamente. Es un gusto, y el hambre es necesaria para nuestra sobrevivencia. Necesitamos a diario comer. Y el Placer de comer está aunado a esa necesidad. Pero desafortunadamente no hay una línea que podamos controlar que divida la necesidad del exceso. Y como en todos los placeres, casi siempre nos pasamos de la raya.  En realidad esa raya no existe y no la podemos reconocere y por eso los alimentos se convierten después de ser algo necesario para vivir, en algo que nos hace daño. 


¿Porqué no festejamos en forma diferente?. Recuerdo un bonito día del padre, en donde varias familias festejamos con una caminata en el bosque. Claro que llevamos de comer, pero eran alimentos escasos y necesarios, no hubo excesos. Los alimentos que se llevaron fueron Sandwiches, con verduras, poca carne, algunas frutas, agua, y algún postre.  El verdadero festejo fue la caminata. Los alimentos fueron secundarios. El placer no estuvo en el comer y comer, sino en el ejercicio, y la convivencia que fue extraordinaria. 


¿Por que siempre se ofrece comida al llegar a un hogar?  Por que no cambiar por ofrecer agua simple, y convivir y disfrutar de platicas que son también placenteras y que una plática difícilmente es dañina. 


¿Por que no cambiar el tipo de comida?.  Los pasteles podrían cambiarse por algún alimento escaso en azúcar. Y cambiar el exceso de carne, las tortillas, los tamales. Aún en una celebración ofrecer algo discreto.


Recuerdo una fiesta infantil, organizada por una “ama de casa”, en donde las raciones para los niños fueron con alimentos sanos y equilibrados, con frutas, algunas galletas, y bebidas. Los niños disfrutan no tanto la comida, sino los juegos y la convivencia.    


Es muy común oír estas palabras:  ¿Te invito un café?, pero en realidad este café se acompaña de pastel, galletas, y mientras más se prolonga la plática, se come más. Esto es lo que hace daño. El exceso.


No tenemos un foco de alarma que nos diga, hasta aquí estuvo bien comer; de aquí en adelante es “veneno” seguir comiendo.  Pero este foco de alarma cada uno lo podemos descubrir, hay maneras de controlar el placer dañino del comer demasiado.   Y culturalmente podemos ir cambiando los festejos prolongados, llenos de comida “venenosa”


Ustedes que opinan.


MICHAEL MURPHY